Conoce la historia de Gabriela Gutiérrez, creadora de esta iniciativa que visibilizó nuestro folclore nacional y creó un espacio de sano entretenimiento.
El Programa Integral Nacional para el Bienestar Familiar (Inabif) contribuye con el desarrollo pleno de las familias en situación de vulnerabilidad y riesgo social, especialmente en niños, adolescentes, personas mayores y personas con discapacidad que han sido abandonadas, permitiendo así su inclusión en la sociedad y el ejercicio pleno de sus derechos.
Durante el 2021, Gabriela Gutiérrez, alumna de 9° ciclo de la Escuela Profesional de Psicología, propuso la creación e implementación de un taller de danza destinado a los miembros de los Centros de Acogida Residencial (CAR) del Inabif. Gracias a su entusiasmo y constancia, la estudiante sanmartiniana logró que esta iniciativa cuente con una gran cantidad de inscritos.
En esta entrevista, conoceremos cómo nació esta iniciativa, el dictado del taller y cuán importante es participar en programas de voluntariado.
¿En qué circunstancia tomaste conocimiento de que el INABIF buscaba aliados estratégicos para crear y dictar talleres?
Fue mientras revisaba mis redes sociales. Debo confesar que el filtro fue sumamente riguroso, pero el hecho que me impulsó a seguir adelante fue que tendría la oportunidad de proponer la creación de un programa de acuerdo con mis habilidades o mi carrera universitaria. Como soy alumna de la Escuela Profesional de Psicología y desde muy niña aprendí diferentes danzas de nuestro país, tomé la decisión de crear el proyecto “PsicoDanza: Danzando por el Bicentenario’’. Su finalidad fue que cada uno de los residentes de los Centros de Acogida Residencial (CAR) conocieran los secretos de nuestro maravilloso folclore y pudieran pasar momentos de diversión, sin temor a equivocarse o a posibles llamadas de atención.
¿Qué recuerdo guardas de tu primera clase como profesora de danza?
Durante la primera clase, lo que más me emocionó fue ser testigo del empeño que puso el grupo para aprender cada paso. Asimismo, buscaban relajarse y olvidarse de cualquier problema. El taller inició en 2021 con 44 participantes y a inicios de 2022 ya contaba con 255 personas, entre niños, adolescentes y adultos mayores.
¿De qué manera desarrollabas tus clases?
Cada clase estaba dividida en tres partes:
Primero, hacíamos una pequeña introducción histórica con respecto a la danza que tocaba cada día. Se abordaban aspectos como su origen, la vestimenta y los departamentos en los que se baila. A continuación, realizábamos un breve calentamiento de activación cerebral a través de juegos y ejercicios leves.
En segundo lugar, enseñábamos cada uno de los pasos que íbamos a utilizar. Nos identificábamos con el ritmo de la música y practicábamos en forma grupal.
Por último, después de cada ensayo, compartía una arenga alentadora que todos debíamos repetir a una sola voz. Se fomentaba la sana competencia entre cada uno de los CAR y evaluábamos quien lo había hecho mejor. Con gran alegría, puedo decir que todos habíamos alcanzado la meta: comunicar a través del baile.
¿Qué valores y beneficios se cultivan a través de la práctica de la danza?
La danza nos permite consolidar valores como la solidaridad y la resiliencia. También posibilita el fortalecimiento de la identidad nacional y la reconexión con nuestras raíces culturales. Asimismo, nos mantiene activos.
¿Fue difícil enseñar a niños y niñas?
Sí. Fue todo un reto y me tocó afrontarlo con profesionalismo. Debía sonreír durante toda la sesión y trataba de que los niños se mantuvieran atentos a cada indicación por medio de dinámicas.
¿Cuán importante es participar en programas de voluntariado?
Llevo más de 12 años como voluntaria y misionera en instituciones estatales y privadas. Definitivamente, no hay nada que pueda pagar el amor que uno recibe cada vez que brinda su tiempo y disposición a los demás. He realizado voluntariados en diferentes partes del país, he conocido a muchas personas y ello me ha abierto muchas puertas a nivel profesional, laboral y espiritual. A cada uno de los estudiantes que tiene interés en realizar voluntariados les diría que no tengan temor, que se atrevan porque van a aprender mucho. Habrá grandes retos que superar, pero la recompensa durante el proceso y al final lo vale todo.